Día 184: Aeropuertos

Me encuentro en el aeropuerto de Zurich, escondido en una de esas terminales fantasma, repleta de butacas vacías. Dos horas largas de espera por delante para la conexión con Varsovia. Subo el volumen de la música para no escuchar mis pensamientos.
Zürich. Terminal B de un servidor

Me levanto y miro el panel de salidas: Istanbul, Tel Aviv, Paris, Geneve, Budapest, New York, Tokyo. Todo cuentas pendientes. Por megafonía llaman a los pasajeros con transfer a Philadelphia. Reclaman la atención del señor Bauhaus (o algo parecido) y me imagino a un alemán torpón. Una chica mira los dulces de la cafetería. Lleva una boina de estilo francés. Al final, toma un agua del take away mientras tres rabinos, con tres gorros de copa y tres pares de patillas pasan a su lado.

Hemos intentado mantenernos tan ocupados todos estos días que apenas nos ha dado tiempo ni a ponernos tristes. Tú atareada despejando nuestra habitación y yo buscando cualquier excusa para no hacer la maleta. Pienso en cada metro que me aleja de ti, en si no me estaré equivocando.

En el avión me he despedido con un “tschüs” de las azafatas y, casi por instinto, me he girado buscando tu aprobación.

Menuda gilipollez: eran suizas, no austriacas. Menuda gilipollez: tú no estabas a mi lado.

Y me dirijo a la zona de embarque.

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