Viaje Oslo – Bergen

Hace unos días, el comando albóndiga nos pusimos la mochila en la espalda y marchamos hacia Oslo. La idea era llegar temprano, visitar la ciudad durante el día y a la noche tomar el tren Oslo – Bergen para despertar al día siguiente en la costa oeste noruega.
Para llegar desde Karlstad tomamos un autobús (http://www.swebusexpress.se/) que nos salió por unos 15 €.
Nos hizo un día de perros, pero Oslo me gustó. Esto sí, me cago en su puta madre. Cuando se reparten las categorías tipo “la ciudad más cosmopolita”, “la ciudad más poblada”… Oslo llegó tarde y le tocó la puta ciudad más cara de Europa. Hasta el puto McDonalds es intocable… Como estábamos de paso, el gasto fue mínimo: un par de cafés y poco más.
¿Qué ver en Oslo?


Los apuntes del viajero: Qué ver en… Oslo


Aunque Oslo no es muy grande, no nos alejamos demasiado del centro. Vimos el puerto, la fortaleza, y nos resguardamos en el museo del teatro (que olía a pipí de gato, todo hay que decirlo), donde una amable mujer nos puso un vídeo sobre la historia de la ciudad.
Entramos al museo de arte moderno, el Astrup Fearnley Museum: curiosa la fijación con los rabos y las pollas…
También nos acercamos a la Opera, y estábamos tan a gusto esturreados en los bancos de la recepción que los ilustres e ilustrados guardias de seguridad nos recordaron que nos encontrábamos en un sitio de gente de bien. Que hiciéramos el favor…
Sobre las diez de la noche fuimos hacia la estación de tren.
Tren Oslo – Bergen (NSB)
Parte de la gracia del viaje es el trayecto en tren. Tarda unas siete horas (algo más de noche), pero el paisaje es acojonante. Para ahorrarnos el alojamiento de un día, y porque el paisaje es el mismo a la ida que a la vuelta, compramos el ticket nocturno. Error. Menudo puto infierno. Te dan un kit bastante apañado (una manta, una máscara y tapones para los oídos), pero aunque el tren es moderno y los asientos parecen cómodos, es imposible conciliar el sueño más de una hora seguida sin levantarte de sopetón con la alegre sorpresa de tener medio cuerpo dormido o un ligero dolor en la columna vertebral causado por un reposabrazos incrustado en el cuello. Pensé que despertaba en silla de ruedas, lo juro.
Bergen
Aunque es una ciudad, conserva el encanto de un pueblo pesquero. La vida diurna y nocturna se aglomera alrededor del puerto: el mercado del pescado, los comercios y pubs… Bergen tiene una universidad más o menos grande, así que los locales de noche se llenan. Eso sí, a las dos y media a dormir. Estuvimos parando en dorm.no, un albergue más que aceptable.
Una excursión obligada es subir a Fløien. Se puede ir en funicular, pero como somos masoquistas de pro, decidimos subir a pie, para quemar los toxinas de la noche anterior. Son unos 350m y tardamos unos 50 minutos.
La vista merece la pena: panorámica de Bergen, los fiordos y el mar.
Bergen from above por Mixmaster.
 Panorámica desde Fløien (Flickr)
Bergen no tiene más de un día o dos de visita. Si el bolsillo te lo permite puedes contratar un crucero para visitar algunos fiordos desde el mar. En visitnorway.es tenéis más y mejor información.
Tren Bergen – Oslo
Tomamos el tren a las diez de la mañana y tuvimos una suerte del copón. Todo el trayecto (mientras la luz del sol nos acompañó) estuvo despejado. Nieve, nieve y más nieve, y los Death Cab For Cutie sonando de fondo. Acojonante. Éramos seis y todos nos habíamos independizado del resto dentro del vagón. La imagen era la misma: entre dormidos y en trance, con la nariz pegada al frio cristal de la ventana del tren, buscando a tientas el botón de pause.
TransatlanticismAlgún punto en medio de la nada (Flickr)
En Oslo nos esperaba otro autobús para devolvernos a Karlstad, deshacer el equipaje para volverlo a hacer. Al día siguiente salíamos hacia Estocolmo para tomar un barco a Tallin. Pero esa… esa es otra historia.

1 comentario :: Viaje Oslo – Bergen

  1. Gracias por toda la información. Está muy buena y útil.

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