De farol

Si algo aprendes durante la carrera es a jugar a póquer con una sola carta. Sea la que sea. Si tienes suerte y te toca un 5 o un 6, pues mira, con algo de intuición te puedes llevar la mano.

El problema es cuando te presentas a un examen con un tres de picas. Muy malo tiene que ser el otro para perder, así que sólo  te queda una salida: ir hacia delante como si tuvieras un as bajo la manga. Jugarte la boca.  Ir con todo. Hacer un all-in.

Y ahí estaba yo, con mi tres de picas. La táctica era arriesgada: partíamos de la base que únicamente se podía aprobar el examen si nos caía el mismo que el del año pasado - había habido precedente con un parcial, no somos tan suicidas... - el cual habíamos estado intentando descifrar el día anterior.

¿Y qué ha ocurrido? Pues que el examen se parecía lo que un huevo a una castaña.

Cuando estas delante de una hoja en blanco que no sabes como rellenar - una vez has puesto el nombre - se te pasan muchas cosas por la cabeza. La mayoría empiezan por "hijo" o acaban por "de puta". Se abre un agujero en el continuo espacio-tiempo que te transporta debajo de un cocotero de una playa cualquiera de las islas Fiji, con un gintonic en la mano, junto a un mono que toca los platillos.

Pero cuando vuelves al MundoReal™, te das cuenta de que la hoja sigue en blanco, que no hay gintonic para el ganador y que, o te espabilas o vas de cabeza a septiembre. Así que en un último intento, encomendándote al Fary, despliegas tus dotes de invención y empiezas a sacarte cartas de debajo de la manga.

En fin... como dijo Julio: la suerte está echada.

 

Canción del día:

 

Vaya hijos de puta...

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